María Estrada, un alma amable y acogedora con un gran sentido del humor, se despidió de este mundo el 2 de noviembre de 2023. Nacida el 1 de septiembre de 1937, en el hermoso pueblo de Viesca, México, el legado de María residirá por siempre en los corazones. de aquellos que ella tocó.
María era un faro de felicidad dondequiera que iba. Su personalidad edificante trajo alegría a todos los que la rodeaban. Con su contagiosa sonrisa y su inquebrantable positividad, María creó una atmósfera cálida y acogedora que hizo que los demás se sintieran a gusto al instante. Su risa era como música que llenaba la habitación y levantaba el ánimo.
Una de las mayores pasiones de María era el baile. Se deslizaba con gracia por la pista de baile, moviéndose sin esfuerzo al ritmo de la vida. Ya fueran bailes tradicionales mexicanos o sacudir una pierna en una reunión familiar, el amor de María por el baile era una expresión de su entusiasmo por la vida.
En un fatídico día en Boynton Beach, María hizo su última reverencia. Rodeada de sus seres queridos, partió pacíficamente de este mundo, dejando atrás recuerdos preciados que seguirán inspirando a todos los que la conocieron.
La historia de amor de María con Leobardo Estrada resistió la prueba del tiempo. Durante cuarenta y cinco años compartieron un vínculo basado en el amor, la confianza y la compasión. Juntos capearon las tormentas de la vida y celebraron sus alegrías. Su amor fue un pilar de fortaleza para su familia y una inspiración para todos los que lo presenciaron.
María deja un legado que se extiende mucho más allá de ella misma. Su espíritu amoroso sigue vivo a través de sus hijos: Leonardo, Pablo, Sara, Irma, Juan Manuel, Ana Luisa Estrada. Cada uno lleva consigo un pedazo de María mientras navega por sus propios caminos en la vida.
El círculo de amor continuó expandiéndose cuando los nietos entraron en la vida de María. Con veintinueve nietos que la llamaban con adoración "abuela", el papel de María como cuidadora y cuidadora siguió floreciendo. El amor que derramó sobre sus nietos no tuvo límites.
Pero el corazón de María no se limitaba sólo a sus nietos. Tenía una capacidad inquebrantable para amar, que se extendió a sus bisnietos y a muchas otras personas a las que abrazó como parte de su familia extendida. La amabilidad de María no conocía límites y trataba a todos los que encontraba con la misma calidez y cuidado.
La salida de María Estrada de este mundo deja un vacío que no se puede llenar. Sin embargo, el recuerdo de su naturaleza amable, su risa contagiosa y su entusiasmo por la vida quedarán grabados para siempre en nuestros corazones. Será recordada como una mujer extraordinaria que dejó una huella imborrable en todos aquellos que tuvieron la suerte de haberla conocido.
Mientras lamentamos la pérdida de María, celebremos también la hermosa vida que vivió. Honremos su memoria encarnando la bondad y el amor que definieron su existencia. Aunque puede que se haya embarcado en un nuevo viaje, el espíritu de María brilla intensamente como una luz que nos guía a todos.
Descansa en paz eterna, querida María Estrada. Su legado de amor seguirá inspirando a las generaciones venideras.
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